Comunicación, control y simbiosis en las organización del S. XXI – A Knowmad Progress
A Knowmad Progress
Comunicación, control y simbiosis en las organización del S. XXI – A Knowmad Progress
No es ningún secreto que el gran reto de las empresas en el siglo XXI es, ante todo, un reto comunicativo. Tampoco lo es que afrontar ese reto implica, con frecuencia, recurrir a especialistas capaces de estar a la altura de las necesidades de cada organización. No obstante, poner la comunicación en manos de un tercero no implica que la organización pierda el control sobre ella ni que la misma esté condenada a ser artificiosa o impostada.
El problema es que, a menudo, se piensa que controlar la comunicación pasa por decidir colores, líneas, formas, formatos o redes, o por intervenir constantemente en el proceso creativo, para – se supone – conseguir que aquello que se genera obedezca escrupulosamente a lo que se pide. Pues no. La intervención constante de la organización en el trabajo de los creativos y comunicadores, con frecuencia, solo redunda en un trabajo peor, dirigido a medias por la parte no especializada.
[…] la verdadera comunicación tiene lugar cuando la empresa cede una parte de su cerebro a otra organización, que ha de pensar por y para ella, en un formidable ejercicio de confianza.
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El control sobre la comunicación, por el contrario, dependerá en buena medida de la calidad del briefing inicial, de las pautas de relación entre las partes y de la capacidad que estas tengan para trabajar como una unidad. Un briefing inicial rico y completo contribuirá a lograr respuestas que conectarán con el futuro y con las expectativas de cada proyecto. Tras el briefing, la parte comunicadora habrá de indagar en el core de la organización para entender e interiorizar su ADN, con el fin de simbiotizarse con ella y alcanzar la posibilidad de pensar como ella. Cuando se opera esta simbiosis, la organización empieza a sentir que los productos de la comunicación no son ideas prefabricadas y que se reconoce en la voz que se ha generado.
Aunque dé vértigo, colaborar en la comunicación implica que la empresa cede una parte de su cerebro a otra organización, que ha de pensar por y para ella, en un formidable ejercicio de confianza. Cuando eso se consigue, la verdadera comunicación tiene lugar y la propia idea de “control” pasa a enunciarse de un modo mucho más natural y eficaz.